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Nació en la ciudad de New York, con descendencia inglesa por parte de ambos padres quienes se dedicaban al narcotrafico. Sus padres se vieron obligados a dejar Londres gracias a que sus cabezas tenían precio; ambos pensaron que en New York estarían a salvo , consiguieron nuevas y viejas amistades, se hicieron un lugar entre las mafias de la ciudad, hasta que un día, nueve años después sus enemigos finalmente los encontraron. Irrumpieron en la residencia de los Ripper y armaron un baño de sangre del que nadie salio vivo, nadie a excepción de Derek quien se mantuvo escondido mientras la ayuda llegaba. Antes de que se armara todo el escándalo por el baño de sangre, los hombres de un viejo amigo de los Ripper llegaron al lugar, rescataron a Derek y lo llevaron a Corvinus, un viejo mafioso retirado que a partir de ese momento se hizo cargo de Derek. Lo educo con métodos poco usuales, educación solo en casa, torturas, castigos, golpes que fueron llenando poco a poco el cuerpo de Derek con todas las cicatrices que tiene hoy en día bajo los tatuajes de su piel. Siempre vio a Corvinus como su segundo padre, pensando en que todo lo que le hacía era por su bien, nunca tomo rencor contra él. En el tiempo de su estadía con Corvinus conoció a Dimitri, él que se convertiría en su mejor amigo casi hermano y con quien años después, a la edad de 19 años se marcharía para probar fortuna por su propia cuenta, sin la ayuda de Corvinus. Fueron años los que le costaron para escalar escalón por escalón para llegar a la cima. Hizo cosas inhumanas para lograr sus objetivos, paso por encima de quien hiciera falta para conseguirse el respeto de sus enemigos y de todo aquel que siquiera escuchara su nombre y 5 años más tarde se convirtió en uno de los narcotraficantes más conocidos en New York y más buscados por la policía.
Líder Mafioso
Derek W. Ripper
Nació en California gracias a un accidente de una noche, motivo por el cual en su infancia se vio reflejado el poco apego por parte de sus padres, sobretodo por el lado de su progenitor. En la misma época, se vio desplazado por la presencia de su hermano menor que pareció ser la solución a todos los problemas que la familia presentaba. De tal manera, se crió casi por su cuenta de forma inestable, llegando a crear conceptos bastante errados y desconcertantes acerca de la vida misma. A los dieciocho años, abandonó su hogar para entregarse a las calles, donde se dedicó a vender droga para costearse la carrera de arquitectura en la universidad. A pesar de haberse graduado, nunca llegó a ejercer, pues durante el trayecto descubrió la gran pasión que sentía por la mezcla y las bebidas. Empezó específicamente a los veintitrés como conserje en un bar de mala muerte, lugar en el que se dedicó a observar la manera en la que los que atendían la barra se desplazaban para luego copiar sus movimientos en sus horas libres. Fue avanzando así hasta adquirir experiencia en el asunto y acabar recorriendo medio país con el único fin de ganar reconocimiento, acabando por ser el favorito de uno o más empresarios exitosos. A la edad de treinta y cinco, decidió establecerse en New York donde su carrera alcanzó el apogeo al ser ascendido a gerente del bar en el que trabajaba, obteniendo así la preferencia de las grandes estrellas de la ciudad y además, al ganar el World Class que lo coronó como el mejor barman del mundo.
Bartender World Class
Boris Dixon
Ivy Rose nació la noche caótica del fin de milenio en un hospital del Bronx, en una sala llena de gente, junto a una anciana que moría y de la cual, por un error, tomó su nombre. Nació adicta y su madre la abandonó ahí mismo. A los seis meses salió de rehabilitación por heroína solamente para ser encerrada de nuevo en uno de los tantos MAC de la ciudad de New York. A los ocho años forma parte de un programa de integración al arte, decantándose por el ballet, mismo que practica hasta ahora y para el cual tiene bastante habilidad. A los doce es adoptada por una pareja de artistas de éxito que la hacen conocer el mundo exterior, lo caótico y hermoso que puede ser, lo brutal también pues, después de adaptarse y amarlos, se lo arrebatan todo de golpe. Su madre adoptiva se suicida dos años después y su marido la sigue un año después. Ahí comienza la caída libre para Ivy quien a los quince era alcohólica y comenzaba con otro tipo de drogas; convencida de que su paso por el mundo sería breve, Ivy Rose comenzó a dar pasos gigantescos, comienza a querer vivir y experimentar de todo hasta que se da cuenta que no puede, porque algo dentro de ella se apagó cuando se dio la primera línea de coca y llegó a un hogar vacío. Es en ese mismo año que conoce a su mejor amigo con el que tendrá una experiencia demasiado grave la cual la hace reconsiderar un poco su vida, anesteciada de emociones, entra en rehabilitación, se llena de trabajos, retoma la escuela y conoce a Felicia. De marzo a mayo trabaja como Bella Durmiente, un servicio de chicas para hombres acaudalados en donde conoce a Nando Morelli, el hombre que le torcería la vida de nuevo al iniciar una relación por demás ílicita. Recae en las drogas y desciende más hacia el abismo hasta tomar una escala, un coma a causa de una sobredosis. Nando desaparece de su vida y ella sigue cayendo. Son los Peyton quienes colocan una red de contención y la detienen adoptándola al conocer su historia, es con ellos con quienes conoce lo que es tener una familia y una vida digna. Morelli reaparece en su vida, limpio y amándola y es él la parte más rota de su vida por la cual entra más luz a su interior. Después de caer por fin en el abismo y darse cuenta que lo que había ahí abajo era ella misma en su total realidad, Ivy Rose decidió comenzar a subir, paso a paso, tomando la mano de los que la rodean y quieren verla bien, de los que la apoyan. Una oportunidad única en la vida llega gracias a alguien que ella desconoce y su rumbo toma otra dirección, lejos de la ciudad, tomando un lugar por el cual, siempre en su vida, tendrá que luchar con uñas y dientes por mantener. Ha fijado residencia en Covent Garden, Londres, viajando a New York cuando puede, aunque no sean muchas ocasiones porque tiene demasiadas cosas que hacer, Academia, colegio, pareja, mantener la popularidad que gracias a su personalidad y escándalos (su relación ilícita, aunque legal en Londres, ahora es pública) ha obtenido… Intentando salvarse de ella misma cada día, pero intentando sobrellevarlo todo con una enorme sonrisa y con el orgullo y la arrogancia que la caracteriza.
High School Queen
Ivy Rose Hathaway
Nacido en Queens, Nueva York de madre inmigrante. Lo poco que Lucas ha conocido de su verdadera madre es que era mexicana y que murió al darle a luz, muchos rumores sobre su madre biológica le han confirmado que probablemente su padre era un mafioso muy influyente, sin embargo esos rumores nunca fueron confirmados y después de todo eso fueron. Adoptado por una pareja que jamás tuvo la dicha de formar su propia familia, sin embargo al ver al pequeño bebé de inmediato comenzaron los trámites para adoptarlo y terminaron por ponerle Lucas Earle. Su padre un policía de Queens le enseñó cada una de las cosas que hoy en día aplica. Cuando aplicó a la academia, pronto destacó entre sus demás compañeros, sus jefes pronto notaron que aquel joven tenía una vocación que una profesión de ser policía, lo recomendaron para que fuera a la Interpol en Londres donde pasó un tiempo y de inmediato fue asignado a Nueva York como policía encubierto, pronto conoció a la que se convertiría en una de sus mejores amigas y madre de sus hijos. El tiempo con la Interpol término cuando la CIA comenzó a ofrecerle un puesto como agente, pero Lucas decidió rechazarlo. No fue que hace dos meses que estuvo como agente de la CIA y después de terminar un caso enorme de trata de personas con toda su red, sufrió un accidente que dañó parte de su cerebro, actualmente rige como Jefe de Fuerzas Tácticas, puesto que sus amigos y compañeros no dudaron en recomendarlo por su enorme esfuerzo y porque realmente es un policía de campo con ese toque de saber cómo piensa una mente criminal.
Jefe de Fuerzas Tácticas de la CIA
Lucas Earle
Nació una tarde de Agosto en Seattle. Hija del dueño de una fábrica de vidrios y una abogada fue la adoración. Segunda y última hija del complicado matrimonio Peyton, fue la bebe que se suponía salvaría el matrimonio pero no pudo ser, las disputas ganaron la batalla a la familia y terminaron divorciándose cuando Isabella no cumplía un año de nacida. Ambas niñas se fueron con su madre quien dejo su crianza en mano de sus abuelos por lo que ambas fueron enseñadas con los mismos principios con los que sus abuelos criaron a sus hijos. Isabella siempre hablaba y pedía tener acercamientos con su padre quien las visitaba pocas veces en Seattle, aun así en ella nació una afición por el vidrio que pronto le terminaría haciendo descubrir el arte en él. A medida que fueron creciendo Lucy se alejaba más de Isabella quien siempre quedaba detrás gracias a su edad, para cuando Lucy cumplió dieciocho años ya no estaba presente en la vida de su hermana menor quien con trece años quedo a la merced de los juegos de sus primos menores. A pesar de que el malestar por la actitud de Lucy la afligía su adolescencia no estuvo llena de únicamente momentos tristes, sus primos le enseñaron a adorar aquellas costumbres de la ciudad que finalmente despertaron su interés, los próximos años los paso entre juegos de fútbol americano, reuniones con sus amigos de escuela y el estudio del vidrio y los grandes murales que llenaban de colores las iglesias y daban al sol una bienvenida feliz todo los días. Su padre comenzó a mostrar más interés por acercarse cuando Isabella tenía 15 años, la joven no puso contras al interés de su padre, ella quería estar presente en la fabricación del vidrio desde cerca, quería convertirse en una artista que pudiese moldear figuras fantásticas y brillantes, por ese motivo acepto que su padre la llevara de paseo a Nueva York de vez en cuando donde paso muchas horas en su fábrica, aprendió a calentar vidrio y darle formas, a tallarlo y pintarlo, su padre dio riendas sueltas y fueron los años más maravillosos de su vida. Entre aviones y viajes llego a la universidad de Boston donde estudio Artes modernas. Con 23 años tenía una carrera prometedora, por lo que se mudó a Nueva York donde con ayuda de su padre comenzaría a dibujar el nuevo destino como artista dejando a un lado cualquier sentimiento que le hiciera sentir culpable de nuevo. En La ciudad del pecado conoció a su mejor amigo quien más adelante se convertiría en el padre de sus dos hijas. Después de haber tenido en mente una colección formada por cuadros cuya pintura se vería mezclada con pedazos de vidrios de colores, se atrevió a realizarla y enviarla a Italia para que fuese publicada en una galería en crecimiento que celebró una gala para críticos exigentes. Sus cuadros fueron un éxito total. Uno de ellos se comenzó a exhibir en una famosa galería donde solo los grandes artistas exponen sus obras. Después de ese día Isabella fue reconocida por periódicos locales Como una gran artista en el arte del vidrio y se hizo famosa a nivel mundial. Sus cuadros ahora son valorados por grandes cantidades de dinero y tiene muchos pedidos de clientes exigentes y conocedores.
Artista Vidriera
Isabella Peyton
Un 18 de Octubre de 1990 nacería una rubia dispuesta a comerse el mundo. Elisabeth Angelica Maier se trataba de la hija de Michael Maier y Arabella Leisser. Ambos que se conocieron en Harvard, su padre dejó el mundo militar para acabar derecho allí mientras que su madre, proveniente además de Ámsterdam, intentaba sacar adelante la carrera de empresariales pagándose los estudios trabajando como camarera en el propio recinto universitario. Hay personas que no creen en el amo a primera vista, pero lo que ellos tuvieron fue prácticamente un flechazo. A los 25 se casarían y enseguida tendrían a su encantadora hija. Elisabeth era especial, su abuelo paterno lo sabía ya que tenía un magnetismo completamente distinto al de sus demás nietos. Criada en el propio territorio paterno, no era raro que la muchacha empezase a alimentarse del ambiente jurídico, a fin de cuentas los Maier eran famosos por eso. A medida que los años pasaban ella seguía interesándose por ese mundo, y además intentaba paliar cualquier grado de controversia experimentado en su círculo familiar. Sus padres no dejaban de pelearse, vivía un puro drama aquella rubia aniñada. A los 10, se divorciarían. Entre la poca comunicación que existía entre sus padres, y que a ella le mandaban de un lugar a otro para tenerla lejos de ese conflicto... Ella acababa hartándose. A Elisabeth le gustaba estar con sus primos y sus abuelos, pero evitaba en cualquier situación encontrarse con los otros dos. Los años no tardaron en pasar y a pesar de que en su vida emocional hubiese pasado un bache como el de Jakob Hoffman, sintió la necesidad de cortar raíces e ir a la misma Universidad que la de toda la familia Maier, a estudiar lo que le gustaba; El Derecho. Tenía pensado acabar aquella carrera y una vez así entrar en el bufete de su abuelo, no tardó demasiado en acabar y así hacerlo. Empezó a hacerse un nombre en el propio bufete, subiendo escalafón y a raíz de pelearse con unos y con otros llegó a dónde quería. Deseaba poder ser una digna sucesora de su abuelo y así hacerse con la empresa. Tenía todo en mente, pero por su vida se cruzaron un par de ''obstáculos'' que no podía dejar de lado. Se casó con el que creía ser el hombre de su vida, creyó estar embarazada de él y justo después de descubrir todas las mentiras que le había estado diciendo, se divorció y se encontró con que no era el padre de sus actuales retoñas. Al parecer este bombo sorpresa vino de regalo por un encuentro que tuvo con el que ha considerado -y sigue considerando- su mejor amigo, y actual pareja, Boris Dixon. Su vida sentimental parecía mejorar, y hasta la de sus padres que volvían a las andadas con encuentros sexuales muy de la época de los setenta. Pero su vida no se vio completa hasta que por fin, el mismo día de sus veintiséis cumpleaños su abuelo y su padre le regalasen la meta que siempre había ansiado; Ser la dueña del bufete. Madre de gemelas, dueña de cuatro perros, novia de lo más encantadora y ahora, jefa de su propio mundo. ¿Se podría pedir algo más?.
New York's Drama Queen
Elisabeth A. Maier
Normas básicas
Ξ Mínimo 10 líneas completas.

Ξ El +18 está permitido on-rol, se debe indicar en el post.

Ξ Recuerda que saludar a los demás en la CB es parte de una convivencia más agradable y llevadera.

Ξ Avatar: 220x400 / Firma: 500x250

Ξ La multicuenta está permitida, pero si el primer PJ es femenino, el segundo debe ser masculino, sin excepciones; lee el reglamento completo para mayor información.

Ξ Antes de realizar registros hay que tener aceptada la ficha.

Ξ Para tener color hay que tener la ficha aceptada, todos los registros hechos y el MP de la cuenta New York respondido.
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Mensaje por Invitado Mar Feb 16, 2016 10:00 pm

Screw it
E. Grayson Warren ┇ BMR ┇ Enero ┇ 5:45 pm


Los días libres de la cafetería no eran de descanso. Tenía otro trabajo, uno que aunque más sencillo, exigía más paciencia y atención: ni siquiera era secretaria, la habían empleado para sacar fotocopias en una disquera o algo así y aunque al principio pensó que sería bastante genial, pronto se dio cuenta que los artistas nada hacían en los últimos pisos que es donde ella trabajaba, en un cuarto de cinco por cinco, mejor dicho, en una congeladora de cinco por cinco, con tres fotocopiadoras y varias impresoras de última generación que usaba para imprimir y armar los juegos de arte que se les entregaban a quién sabe quién en las oficinas corporativas.

Al principio los leía, por inercia y curiosidad, luego dejó de interesarle, sobretodo cuando comenzó a trabajar con Felicia y aprovechaba que las máquinas se programaban y la dejaban dormir por casi tres horas seguidas hasta que su hora de salida llegaba y la alarma la despertaba… en ocasiones, como esa tarde que se había quedado profundamente dormida sin percatarse que la máquina había tomado, por descuido suyo, un par de hojas más de un contrato que le habían dejado en calidad de importante y urgente. Cuando Ivy despertó, tardó casi media hora en armar los libros que se entregarían e incluso retrasó a la secretaria pomposa que la miraba con cara de enojo y burla mientras su torpeza hacía de las suyas y la hacía tirar capetas y cajas de más impresiones.

¡Apúrate niñita tonta! Estás retrasando uno de los contratos más importantes que tenemos, cuando acabes recoge tus cosas, yo misma te llamaré si el jefe decide despedirte. — sonaba más a amenaza que advertencia, Ivy lo único que hizo fue apretar las mandíbulas y terminar lo antes posible con aquel trabajo. Quince minutos después, le entregó las carpetas rojas impecables y casi perfectas (de no ser por esas hojas que iban de más y además estaban más escritas, anque ese error no fuera suyo), le sonrió a la maldita bruja aquella y en cuánto salió de la congeladora aquella, le sacó el dedo de en medio y le dedicó el peor insulto que se sabía.

Revisó la hora, faltaba media hora para su salida pero aquella mujer, que jugaba más qu nada a ser su jefa directa, le había dado permiso* de marcharse. Fue casi como un chispazo de esos que te dan directo en los ojos, se dio cuenta que había olvidado de entregar un cuadernillo y mientras lo revisaba le cayó encima el agua completa de océano… las páginas de más, el orden… — Me van a correr. — sentenció ella misma mientras abría la puerta y salía disparada hasta dónde la bruja iba a repartir los contratos; ¿cuál era el plan? No había ninguno, quitárselos era lo único que tenía en la cabeza, deshacerlos y quitar las páginas tal vez, ni idea, llevaba solo una cosa en mente, algo horrible y definitivo. — I’m so screw, omg…
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Mensaje por Invitado Miér Feb 17, 2016 3:01 am
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Enero 2016, 5:45 pm
Ivy Rose Jenkins
BMR


Me dolía un poco la cabeza, bastante a decir verdad y aunque ya había tomado un par de pastillas para el dolor, aún seguía sintiendo la punzada en las sienes, martillando y haciéndome apretar un poco los dientes, tal vez era que estaba malpasándome últimamente con los trabajos pendientes que teníamos ¿Quién decía que un gerente se daba la buena vida? Pues no era así, al menos en mi caso particular tener una empresa con muchas sub-empresas en otros estados importantes y oficinas repartidas por casi todo nuestro país, pues no era como si de pronto pudiera tirar todo por la ventana e irme a las Bahamas, carajo, no estaba seguro hace cuanto me tome un par de días para salir de viaje con mi hermana o con algún amigo.

-Señor Warren, todos están en la sala de juntas- mi secretaria, Sarah, una mujer de cuarenta y pocos años me miró sonriendo y yo devolví la sonrisa, la mujer era bastante eficiente y no por nada la había dejado en ese puesto, la mujer sí que conocía mucho sobre la materia –Sólo están esperando las carpetas de Felicia- ella me miró y arqueo ambas cejas.

-Gracias Sarah, ya voy en uno par de minutos- le dije, con una ligera mueca, poniéndome en pie mientras ella cerraba la puerta, dejándome en la oficina y queriendo irme a casa. Sin embargo y como era mi trabajo, me puse el saco de mi traje y camine decidido hacia la sala de juntas, una mujer venía repleta de carpetas y estuve a punto de ayudarle cuando una joven la detuvo, nunca había visto aquella jovencita ¿Era una becaria? Se me hacía muy joven para trabajar aquí, Felicia le gritó un par de cosas y arquee ambas cejas porque creo que el único capaz de gritar en este sitio era yo -¿Disculpe, que sucede?- llegue hasta ambas, mirando primero a la mujer roja de la ira y luego hacia la joven.

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Mensaje por Invitado Vie Feb 19, 2016 11:03 am

Logró encontrarla a unos metros de lo que parecía ser la sala de juntas y por supuesto, aquella mujer no tomó muy en gracia lo sucedido, al contrario, hasta parecía que el pequeño error aquel iba a costarle varios millones al lugar; sí, sí, no había tenido la precaución de poner atención, no debió quedarse dormida tampoco, pero todo tenía arreglo -¿no lo tenía todo acaso?- así que no se creyó merecedora de aquella retahíla de gritos y apelativos humillantes que la mujer le dedicó ahí, frente a todos. — Solo deme unos minutos, no tardaré más, no se ponga así… — decía la pelirrojita, alzando ambas manos como si temiera que en cualquier momento le arrojara las carpetas a la cabeza o la llegase a golpear.

Justo en el momento de más rabia, un hombre alto que Ivy no reconoció preguntó que sucedía, thank god, omg, pensó, estaba punto de darle una patada a esta perra para que se callara. Claro que eso solo quedó en su cabeza, Ivy alzó el rostro para ver bien a aquel distinguido hombre y notó el evidente nerviosismo de la mujer aquella, ¿su jefe? Ojala, a ver si le llamaba la atención por ser tan hija de pu… Señor, interrumpió sus pensamientos la mujer, ésta niñata que se equivocó con el contrato, un error que nos atrasaría por horas tal vez…

Eso no es verdad — chilló Ivy mirándola ahora con mucho mayor molestia. — Es cuestión de abrir los seguros, quitar un par de hojas…

Aquella mujer apretó los labios y se interpuso entre ella y el hombre aquel, negando rotundamente su afirmación mientras le entregaba el contrato dañado” al que nombró como el Señor Warren… Warren, Warren… ¿de dónde conocía aquel nombre? ¡Claro! El que firmaba los cheques… Ivy tragó grueso de nuevo y se inclinó un poco hacia un lado para mirar de nuevo a su jefe… el real, el mandamás de aquel lugar. Me van a echar, sentenció resignada, con más bronca que sueño en ese momento.

Tiene arreglo… fue error mío, me quedé dormida mientras la máquina daba las copias… .
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Mensaje por Invitado Vie Feb 19, 2016 10:44 pm
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Enero 2016, 5:45 pm
Ivy Rose Jenkins
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Aquella mujer, llamada Felicia, Fátima o sabe que nombre solo logro provocarle otra punzada de dolor en las sienes, odiaba demasiado que la gente le gritara a los demás como si tuvieran el derecho de hacerlo, en sus años como gerente jamás había alzado la voz a un empleado que hubiera cometido un error ni tampoco los despedía sin más, como si no hubiera siempre algo detrás de la historia por la que fallaban, claro que él no aceptaba errores pero siempre había una primera vez.

-Sí tiene arreglo no veo porque tanto jaleo- musite en tono seco a la mujer que parecía a punto de echar chispas, luego ladee el rostro para ver a la joven pelirroja, me parecía pequeñita y hasta simpática con ese rostro lleno de pecas, rodee a la mujer furiosa para mirar a la chica -¿No eres demasiado joven?- le pregunté arqueando las cejas y analizando sus palabras sobre quedarse dormida así sin más en donde se suponía que trabajaba. Mire a la mujer de nuevo, bastante intrigado porque no recordaba a ver visto ningún contrato de la chica, confiaba plenamente en mi personal de recursos como para que no me hubieran contado que habían contratado a una chica muy joven -¿Cuántos años tienes?- le pregunte, mirando de una mujer a otra, esperando que el maldito dolor de cabeza disminuyera para entrar a la junta o posponerlo que era lo mejor que se me ocurría en este momento.

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Mensaje por Invitado Jue Mar 03, 2016 7:42 pm

Tengo diecinueve años… — mintió sin recelo alguno, después de todo tenía la ID falsa que había comprado en el instituto y ésta siempre la sacaba de apuros, pero no le supo bien mentirle a ese hombre que a todas luces no estaba nada contento, parecía más bien dolorido y la mujer aquella no paraba de dar malas vibras alrededor. Ivy tomó una de las carpetas y ahí frente al señor Warren quitó los seguros, ubicó las hojas de más y acomodó todo en el orden que se necesitaba, y volvió a cerrarlos con cuidado. Le tendió el contrato corregido a su verdadero jefe y le sonrió, esperando que aquella demostración bastase para poner punto final al escándalo innecesario de aquella mujer.

¿Ve? Es todo lo que debo hacer con las carpetas… pero si quiere despedirme está bien, no debí quedarme dormida, lamento eso… — murmuró bajando la cabeza, lo cual aprovechó aquella mujer para mirar al jefe y pedirle unos minutos para que “la muchachita esta” arreglase todas las carpetas, después, ella misma se encargaría de firmar su carta de despido.

De todos los trabajos que Ivy tenía, aquel era el más decente por así decirlo, el único que no le exigía lidiar con gente tonta o borracha, también donde podía conciliar el sueño sin necesidad de químicos o tés mágicos y lo mejor era que no necesitaba hacer mucho, solo sacar copias y no distraerse, como esa ocasión.

Se mordió el labio inferior y tomó el montón de carpetas para comenzar a arreglarlas, no quería que la despidieran, y haría lo más posible para que no fuese así, por lo que cada que pudo, miró al señor Warren como si le implorara su intervención, porque después de todo, era el jefe, el verdadero.

Listo…

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Mensaje por Invitado Sáb Mar 05, 2016 4:05 am
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Enero 2016, 5:45 pm
Ivy Rose Jenkins
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Podría dolerme la cabeza pero no era estúpido para no darme cuenta que mentía con su edad ¿Diecinueve? no, esa chica tenía menos y aunque no estaba permitido contratar a un menor, haría que hicieran una cláusula o algo que pudiera amparar a esa niña, no me gustaba que la gente abusara de sus cargos y por tal, se aprovechara de ella.

Sonreí, cruzándome de brazos cuando la joven comenzó arreglar las carpetas y desafiaba de manera indirecta a la mujer que estaba echando humo por las orejas, era divertido después de todo ver a una joven pelear por su derecho a trabajar y por lo mismo le ofrecería un mano si la necesitaba, de alguna manera me recordaba a mi hermana Ava, siempre dispuesta a callar a todo aquel que le hiciera sentir menos, claro que tampoco lo permitía. Cuando termino y me miro con esos enormes ojos, no pude resistirme a negar con una sonrisa, como diciéndole con claridad que no me creía mucho sus primeras palabras, pero que quedaría como un secreto entre ambos.

-Si todo está arreglado está bien- escuche con claridad el grito de sorpresa de la otra mujer por mis palabras y me gire hacia ella, arqueando ambas cejas –Vaya a poner las carpetas en la sala de juntas- exigí con el tono de voz de mando que tenía, la mujer se puso roja pero asintió tan rápido que se fue haciendo ruido con sus zapatos -¿Cómo te llamas?- pregunte curioso y sonriendo para que no se alarmara –Llámame Grayson- le hice un guiño y le hice un gesto para que me acompañara a la oficina, podía tener una charla con ella y dejarle claro que podía quedarse con el trabajo, la joven me siguió tal vez un poco renuente pero cuando estuvimos cerca de la puerta, le hice un gesto para que entrara primero.  Una vez dentro, le hice un gesto para que tomara asiento frente a la silla de mi escritorio para tomar yo mi lugar y entrelazar las manos por encima de la madera tan fina –No tienes diecinueve ¿Cierto?- no podía mentirme, no con esa cara. Podría aparentar tal vez dieciocho pero ser más grande no –Dime la verdad, pequeña- no estaba molesto y ciertamente el dolor de cabeza comenzaba a bajar, benditas pastillas que me había comprado mi madre.

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Mensaje por Invitado Lun Mar 14, 2016 9:25 am

Toma eso, perra, pensó la pelirrojita al ver como aquella mujer se iba rabiando después de que el Jefe la había mandado a ordenar las carpetas ya bien hechas. Alzó una ceja en señal de triunfo aunque esta no le duró nada pues entonces toda la atención del señor Warren quedó puesta en ella. ¿Y ahora?... Le mantuvo la mirada fija pero su nerviosismo se denotó en la forma en la que temblaba. — Ivy Jenkins, señor…— respondió devolviendo con timidez la sonrisa. ¿Iba enserio? ¿Quería que lo llamara Grayson? Jamás… ¿o sí?

Entendió en pleno el gesto y volvieron a la vida sus temores, la iba a despedir, sin duda, aunque al menos lo haría en privado o tal vez la llevaba a la salida, ojala no, pensó, tengo mis cosas en el cuarto de las fotocopias. Dos pasos atrás, lo siguió poniendo particular atención en la forma que caminaba, desplegando seguridad y porte, un auténtico caballero, inmediatamente su jefe le cayó bien. En efecto, la llevó hasta su oficina y la hizo entrar primero, ¡qué bien olía ahí! Y qué lindo todo, cada detalle desplegaba una fuerza increíble… era todo un pedazo de oficina y ahí, la pequeña Ivy, se sintió aún más minúscula de lo que era con sus apenas ciento cuarenta y siete centímetros de estatura, un poco más con zapatos, claro.

Tomó asiento con las rodillas juntas y los tobillos cruzados, levemente hechos hacia un lado, como se sentaban las verdaderas damas, como Eden, su madre, la había enseñado. Dejó ambas manitas en el regazo y lo miró atenta en cada gesto hecho por Grayson… hasta que le espetó aquella sentencia e Ivy se olvidó de todo porte de dama y soltó una risotada la cual ahogó rápidamente, disculpándose. Se alisó el vestido y negó, sin bajar la cabeza, debía ser sincera, si iba a perder el empleo al menos lo haría dignamente.

Cumplí dieciséis el 31 de diciembre pasado… Necesito el empleo señor Warren, en verdad lo necesito…
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Mensaje por Invitado Jue Mar 24, 2016 8:39 am
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Enero 2016, 5:45 pm
Ivy Rose Jenkins
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No era un idiota como sé que muchos dueños de empresas lo eran, al contrario observaba demasiado las cosas, nacer en una cuna de oro como comúnmente se le decía a los que nacíamos en una familia adinerada no era para que hubiera sido un estúpido, estudie porque me gustaba tener el conocimiento para llevar mi empresa y porque amaba poder tener el control de las cosas en este sitio, la pequeña me siguió hasta la oficina, sé que probablemente nerviosa porque le despidiera, me preocupa mucho que el departamento que se encargaba de contratar pasara por alto o no tenían realmente conocimiento de la gente que entraba a trabajar.

-Mucho gusto Ivy Jenkins- dije con una sonrisa, recargándome completamente en el respaldo de la silla y apoye los codos en los descansabrazos de mi cómoda silla, mirando a la joven pecosa y sonriendo un poco por la reacción a mis palabras, al menos no había empezado a mentir y eso le daba puntos buenos a mis ojos, alguien que miente no es precisamente mi persona favorita, aunque si está trabajando aquí es porque realmente necesita el dinero -¿No eres muy joven para trabajar?- pregunte curioso y mirándola directamente a los ojos. Iba ser honesto porque alguien de su edad en una empresa de esta índole podría acarrearme problemas, tal vez si de alguna forma podía ayudarla –Como sabrás Ivy, no puedo contratar a menores de edad, sin embargo, tal vez puedo ayudarte de alguna forma- mordí mi labio, no quería que se fuera de la empresa, pues a pesar de quedarse dormida, había corrido a arreglar el error que había cometido, otro posiblemente hubiera dejado que las cosas estuvieran mal –No lo sé– aunque el dolor de cabeza ya estaba aminorando, tenía que pensar bien en algo para que la joven no perdiera su trabajo.

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Mensaje por Invitado Mar Mar 29, 2016 5:49 am

La pelirroja se lo quedó mirando por largo rato en total silencio, escuchando atenta lo que tenía que decirle y a lo que ella le daba la razón sin chistar. Había utilizado su ID falsa para conseguir ese empleo y los demás, ahora él, el dueño del lugar ni más ni menos, la había descubierto y seguramente la despediría. — Estoy sola en la ciudad, mi madre murió hace un par de años y mi padre no sé en qué parte del mundo se perdió ahora, estudio en una de las escuelas de arte más costosas de New York y aunque se tiene cubierta la matricula hasta el final… diariamente es un gasto con materiales, pinturas… pinceles.

Ivy hablaba con el corazón en la mano, pocos adultos solían entablar conversación con ella y menos aún eran los importantes, ahora podía confesar lo cansado que era tener que lidiar con la soledad, los gastos, la desesperación. Soltó un suspiró y se echó hacia el respaldo de la silla, como si se quitara un peso de encima. — Además de este, tengo otros tres empleos que conseguí con una ID falsa que dice que tengo diecinueve años… señor Warren, éste es el único empleo en donde hay paz y donde puedo dormir sin temor a nada…

Guardó silencio, preocupada de que eso pudiese llevar a una petición de explicaciones que no podía darle. — No me despida… no volverá a suceder lo de esta tarde, si quiere puedo tomar otro par de horas o no sé… trabajar en limpieza. — Se quedó en silencio un poco y recobró el orgullo y la altanería aprendidas de su madre adoptiva. — Soy buena dibujando, póngame a prueba, podría ayudar en el departamento de arte. Muchos de los artistas que están aquí me gustan y soy gran admiradora de los trabajos hechos en sus páginas y discografías, sólo por favor, no me corra, deme una oportunidad, le juro que no le fallaré.
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Mensaje por Invitado Vie Abr 08, 2016 5:20 am
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Enero 2016, 5:45 pm
Ivy Rose Jenkins
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Aquella joven era bastante sincera, me gustaba que me dijera la verdad porque no había nada de malo en confesar que estaba aquí por lo que muchos lo hacían que era poder tener sustento en sus casas para comer. Yo nunca había corrido a nadie por que quisiera, siempre había un factor que era el de ser un flojo y no tener las cosas a tiempo, por lo que sabía, Ivy siempre había estado al corriente con los papeles, todos excepto hoy. Lleve mi mano hacia mi barbilla para acariciarla con mis dedos, tal vez sí la ayudaba de otra forma no sería un problema para nosotros e incluso podría fomentar en más jóvenes como ella que necesitaban de un apoyo, me gustaba esa idea de poder ayudar a los jóvenes talentos a desarrollarse, nunca había sido un tirano con respecto a la gente que pedía oportunidades y esta joven demostraba que podía con muchas cosas.

-Me agradas Ivy- dije con una sonrisa amplia, no debería estar sonriendo a esta pequeña como si con ello aceptara esa falta de fingir su edad, pero me gustaba su modo de lucha para seguir haciendo lo que quería y eso era lo que yo llamaba un ser especial, alguien capaz de dar su mismo tiempo hasta agotarse por seguir –Te daré una beca, serás la nueva fomentadora de becas de BMR- dije con un guiño –Siempre y cuando compruebes que tienes un nivel académico aceptable- la mire un poco serio –Y que ayudes en el departamento de arte, no horas excesivas. Tal vez utiliza la mitad de tiempo para que puedas dormir en la sala de la copiadora- me sentía bien haciendo esto, si alguien quería seguir su sueño ¿Quién era yo para cortarlo de tajo? Tal vez estaba viendo a una futura pintora y no me gustaría más que ver a esta jovencita realizada, trabajaría con mi equipo de trabajo para hacer una organización de becas que puedan impulsarlas por BMR, asociarme con las escuelas incluso para seguir fomentando el estudio y ayudando siempre a esa gente que está ahí afuera esperando una oportunidad, pero siempre luchando por ella.
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Mensaje por Invitado Dom Abr 17, 2016 10:34 pm

Sonrió de forma natural ante la declaración de buena voluntad de aquel buen hombre. Era bueno porque se le notaba, no solo en sus modos y forma de expresarse sino también porque tenía algo en la mirada que le recordaba un poco a los personajes buenos de todos los libros que había leído, era como una cualidad que los escritores describían siempre de formas distintas pero que tenían una sola base: la bondad.

La pelirroja se acomodó al filo del asiento y lo miró ansiosa, con los ojos brillándole de golpe al escuchar la palabra beca. Aire, pensó Ivy pues si era cierto, podría incuso dejar un trabajo, el bar, definitivamente.

¿De verdad?... Sí, sí, soy de las mejores en mi clase … — lo demás la tomó por sorpresa, es decir, se ofreció a eso, sí, pero no pensó que él aceptaría así de fácil. Una enorme sonrisa le estiró los labios pulposos e intentando (inútilmente) contener su emoción, emitió una especie de gritito ahogado que ahogó llevándose ambas manos sobre la boca.

Muchas gracias… yo, no, no, no dormiré, si me da la beca podré dejar uno de mis empleos y seguro dormiré más por las noches. Señor Warren, muchas gracias… pensé que me echaría a la calle…

La vocesilla se le quebró de pronto y tuvo que hacer de tripas corazón para no largarse a llorar, tan poco acostumbrada a los buenos actos de la demás gente hacía ella, a veces no sabía como reaccionar a eso y se ofuscaba, incluso a veces se molestaba porque pensaba que querían algo a cambio, pero el señor Warren lo único que le pidió era un nivel académico aceptable y ayuda en algo que ella misma había ofrecido. Sin saberlo, él le había regalado uno de los mejores días de su vida. — Gracias… De verdad, mucha gracias.

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Mensaje por Invitado Lun Abr 25, 2016 5:28 am
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Enero 2016, 5:45 pm
Ivy Rose Jenkins
BMR


Aquella joven sin duda le recordaba a su hermana, aunque Nicole ya no era una niña de la edad de Ivy, le recordaba demasiado esas ganas de salir adelante frente a todo, ya le caía bien la pequeña pelirroja con pecas en el rostro y en el fondo se alegraba poder ser un mentor para la joven, enseñarle a ser responsable y ganarse la cosas con esfuerzos, realmente él no iba a dar su brazo a torcer en ese tema de las calificaciones y gracias a Ivy, hablaría con la junta para ofrecer becas y pasantías con remuneración a los estudiantes que no tenían muchos medios económicos, eso era lo que a él le gustaba, ayudar de alguna forma a las personas que necesitaban de un empujón, esa joven había concretado su sueño de empezar.

-Pues espero que así sea Ivy, hasta que termines la escuela y sigas trayendo esas notas, te apoyare con una beca y entonces aceptare que no se quede dormida en la sala y ayudes en el piso de arte, creo que ideas jóvenes también nos sirven, después de todo también tenemos artistas que llegan a los jóvenes de tu edad- sonreí, realmente emocionado porque la joven pudiera desarrollarse. Al menos tenía un pedacito ya tendría un pedazo de cielo ganado, era algo que mi abuelo decía cuando comentaba que había ayudado a las personas a ser gente de bien, yo realmente nunca me había puesto a ayudar, lo había pensado pero jamás lo había llevado a la práctica, tal vez con esto podía hacer programas para la gente que estaba afuera buscando una oportunidad de ser escuchado, BMR era una empresa para las personas de afuera, por eso podía ser mucho más –Entonces por hoy descansa, tomate lo que quede del día y mañana te presentaras en personal, para que tomen tus verdaderos datos- le dije con una ligera sonrisa –Y después pasaras al piso de arte, te veré ahí mañana sin falta- le dije, con un guiño y sonriendo.

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Mensaje por Invitado Dom Mayo 01, 2016 11:19 am

Emocionada como estaba, escuchó atenta las palabras del Señor Warren y asintió a cada una de ellas mientras ordenaba también sus pensamientos. Esto era oro puro, una oportunidad no solo de trabajo sino también de expresarse a través de su arte y de la música que escuchaba a veces, cuando los clásicos la soltaban. Poco acostumbrada a que los demás la ayudaran, no supo muy bien como manejar aquello pues tenía unas ganas incontrolables de levantarse y abrazar al hombre que tenía ahí enfrente y que le daba, desinteresadamente, esa ayuda. ¿Por qué contenerse?, se preguntó y se puso de pie al escuchar lo último. Era el pie para la despedida, seguramente ya le había gastado más tiempo del que debería.

Se levantó sin más del asiento y sonriente, emocionada, vulnerable un poco, le tendió la mano y acto seguido, sin inmutarse ni contenerse, se encaminó hasta donde el señor Warren para abrazarlo de donde alcanzara pues ella era muy bajita y él muy alto. Lo apretó contra su corazón también y sintió el aroma de su colonia masculina, jamás olvidaría ese aroma. — No tengo como agradecerle esto… Usted ahora es una de mis personas favoritas en el mundo. — le dijo separándose, apenada.

Mañana aquí estaré sin falta, lista para el trabajo. Muchas gracias de nueva cuenta, con permiso. —hizo una pequeña reverencia y se retiró temblando de la oficina. La sonrisa no se la borró ni esa tipa fea que la estaba esperando con todo el ánimo de burlarse de ella pero no podría, porque ahora en cambio tenía un trabajo real, algo mejor que estar encerrada fotocopiando cosas, algo que la hacía feliz. Tomó sus cosas y se encaminó a la salida con una sola idea en la cabeza: el día de mañana. Sacaría una constancia con su promedio y después la dejaría en recursos humanos, para después encaminarse al departamento de arte…

Pero antes de todo eso… dormir. Con una paz que no conocía desde hacía muchísimo tiempo y todo gracias a ese bondadoso hombre. Mr. Warren.
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