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Salón de la fama
Nació en la ciudad de New York, con descendencia inglesa por parte de ambos padres quienes se dedicaban al narcotrafico. Sus padres se vieron obligados a dejar Londres gracias a que sus cabezas tenían precio; ambos pensaron que en New York estarían a salvo , consiguieron nuevas y viejas amistades, se hicieron un lugar entre las mafias de la ciudad, hasta que un día, nueve años después sus enemigos finalmente los encontraron. Irrumpieron en la residencia de los Ripper y armaron un baño de sangre del que nadie salio vivo, nadie a excepción de Derek quien se mantuvo escondido mientras la ayuda llegaba. Antes de que se armara todo el escándalo por el baño de sangre, los hombres de un viejo amigo de los Ripper llegaron al lugar, rescataron a Derek y lo llevaron a Corvinus, un viejo mafioso retirado que a partir de ese momento se hizo cargo de Derek. Lo educo con métodos poco usuales, educación solo en casa, torturas, castigos, golpes que fueron llenando poco a poco el cuerpo de Derek con todas las cicatrices que tiene hoy en día bajo los tatuajes de su piel. Siempre vio a Corvinus como su segundo padre, pensando en que todo lo que le hacía era por su bien, nunca tomo rencor contra él. En el tiempo de su estadía con Corvinus conoció a Dimitri, él que se convertiría en su mejor amigo casi hermano y con quien años después, a la edad de 19 años se marcharía para probar fortuna por su propia cuenta, sin la ayuda de Corvinus. Fueron años los que le costaron para escalar escalón por escalón para llegar a la cima. Hizo cosas inhumanas para lograr sus objetivos, paso por encima de quien hiciera falta para conseguirse el respeto de sus enemigos y de todo aquel que siquiera escuchara su nombre y 5 años más tarde se convirtió en uno de los narcotraficantes más conocidos en New York y más buscados por la policía.
Líder Mafioso
Derek W. Ripper
Nació en California gracias a un accidente de una noche, motivo por el cual en su infancia se vio reflejado el poco apego por parte de sus padres, sobretodo por el lado de su progenitor. En la misma época, se vio desplazado por la presencia de su hermano menor que pareció ser la solución a todos los problemas que la familia presentaba. De tal manera, se crió casi por su cuenta de forma inestable, llegando a crear conceptos bastante errados y desconcertantes acerca de la vida misma. A los dieciocho años, abandonó su hogar para entregarse a las calles, donde se dedicó a vender droga para costearse la carrera de arquitectura en la universidad. A pesar de haberse graduado, nunca llegó a ejercer, pues durante el trayecto descubrió la gran pasión que sentía por la mezcla y las bebidas. Empezó específicamente a los veintitrés como conserje en un bar de mala muerte, lugar en el que se dedicó a observar la manera en la que los que atendían la barra se desplazaban para luego copiar sus movimientos en sus horas libres. Fue avanzando así hasta adquirir experiencia en el asunto y acabar recorriendo medio país con el único fin de ganar reconocimiento, acabando por ser el favorito de uno o más empresarios exitosos. A la edad de treinta y cinco, decidió establecerse en New York donde su carrera alcanzó el apogeo al ser ascendido a gerente del bar en el que trabajaba, obteniendo así la preferencia de las grandes estrellas de la ciudad y además, al ganar el World Class que lo coronó como el mejor barman del mundo.
Bartender World Class
Boris Dixon
Ivy Rose nació la noche caótica del fin de milenio en un hospital del Bronx, en una sala llena de gente, junto a una anciana que moría y de la cual, por un error, tomó su nombre. Nació adicta y su madre la abandonó ahí mismo. A los seis meses salió de rehabilitación por heroína solamente para ser encerrada de nuevo en uno de los tantos MAC de la ciudad de New York. A los ocho años forma parte de un programa de integración al arte, decantándose por el ballet, mismo que practica hasta ahora y para el cual tiene bastante habilidad. A los doce es adoptada por una pareja de artistas de éxito que la hacen conocer el mundo exterior, lo caótico y hermoso que puede ser, lo brutal también pues, después de adaptarse y amarlos, se lo arrebatan todo de golpe. Su madre adoptiva se suicida dos años después y su marido la sigue un año después. Ahí comienza la caída libre para Ivy quien a los quince era alcohólica y comenzaba con otro tipo de drogas; convencida de que su paso por el mundo sería breve, Ivy Rose comenzó a dar pasos gigantescos, comienza a querer vivir y experimentar de todo hasta que se da cuenta que no puede, porque algo dentro de ella se apagó cuando se dio la primera línea de coca y llegó a un hogar vacío. Es en ese mismo año que conoce a su mejor amigo con el que tendrá una experiencia demasiado grave la cual la hace reconsiderar un poco su vida, anesteciada de emociones, entra en rehabilitación, se llena de trabajos, retoma la escuela y conoce a Felicia. De marzo a mayo trabaja como Bella Durmiente, un servicio de chicas para hombres acaudalados en donde conoce a Nando Morelli, el hombre que le torcería la vida de nuevo al iniciar una relación por demás ílicita. Recae en las drogas y desciende más hacia el abismo hasta tomar una escala, un coma a causa de una sobredosis. Nando desaparece de su vida y ella sigue cayendo. Son los Peyton quienes colocan una red de contención y la detienen adoptándola al conocer su historia, es con ellos con quienes conoce lo que es tener una familia y una vida digna. Morelli reaparece en su vida, limpio y amándola y es él la parte más rota de su vida por la cual entra más luz a su interior. Después de caer por fin en el abismo y darse cuenta que lo que había ahí abajo era ella misma en su total realidad, Ivy Rose decidió comenzar a subir, paso a paso, tomando la mano de los que la rodean y quieren verla bien, de los que la apoyan. Una oportunidad única en la vida llega gracias a alguien que ella desconoce y su rumbo toma otra dirección, lejos de la ciudad, tomando un lugar por el cual, siempre en su vida, tendrá que luchar con uñas y dientes por mantener. Ha fijado residencia en Covent Garden, Londres, viajando a New York cuando puede, aunque no sean muchas ocasiones porque tiene demasiadas cosas que hacer, Academia, colegio, pareja, mantener la popularidad que gracias a su personalidad y escándalos (su relación ilícita, aunque legal en Londres, ahora es pública) ha obtenido… Intentando salvarse de ella misma cada día, pero intentando sobrellevarlo todo con una enorme sonrisa y con el orgullo y la arrogancia que la caracteriza.
High School Queen
Ivy Rose Hathaway
Nacido en Queens, Nueva York de madre inmigrante. Lo poco que Lucas ha conocido de su verdadera madre es que era mexicana y que murió al darle a luz, muchos rumores sobre su madre biológica le han confirmado que probablemente su padre era un mafioso muy influyente, sin embargo esos rumores nunca fueron confirmados y después de todo eso fueron. Adoptado por una pareja que jamás tuvo la dicha de formar su propia familia, sin embargo al ver al pequeño bebé de inmediato comenzaron los trámites para adoptarlo y terminaron por ponerle Lucas Earle. Su padre un policía de Queens le enseñó cada una de las cosas que hoy en día aplica. Cuando aplicó a la academia, pronto destacó entre sus demás compañeros, sus jefes pronto notaron que aquel joven tenía una vocación que una profesión de ser policía, lo recomendaron para que fuera a la Interpol en Londres donde pasó un tiempo y de inmediato fue asignado a Nueva York como policía encubierto, pronto conoció a la que se convertiría en una de sus mejores amigas y madre de sus hijos. El tiempo con la Interpol término cuando la CIA comenzó a ofrecerle un puesto como agente, pero Lucas decidió rechazarlo. No fue que hace dos meses que estuvo como agente de la CIA y después de terminar un caso enorme de trata de personas con toda su red, sufrió un accidente que dañó parte de su cerebro, actualmente rige como Jefe de Fuerzas Tácticas, puesto que sus amigos y compañeros no dudaron en recomendarlo por su enorme esfuerzo y porque realmente es un policía de campo con ese toque de saber cómo piensa una mente criminal.
Jefe de Fuerzas Tácticas de la CIA
Lucas Earle
Nació una tarde de Agosto en Seattle. Hija del dueño de una fábrica de vidrios y una abogada fue la adoración. Segunda y última hija del complicado matrimonio Peyton, fue la bebe que se suponía salvaría el matrimonio pero no pudo ser, las disputas ganaron la batalla a la familia y terminaron divorciándose cuando Isabella no cumplía un año de nacida. Ambas niñas se fueron con su madre quien dejo su crianza en mano de sus abuelos por lo que ambas fueron enseñadas con los mismos principios con los que sus abuelos criaron a sus hijos. Isabella siempre hablaba y pedía tener acercamientos con su padre quien las visitaba pocas veces en Seattle, aun así en ella nació una afición por el vidrio que pronto le terminaría haciendo descubrir el arte en él. A medida que fueron creciendo Lucy se alejaba más de Isabella quien siempre quedaba detrás gracias a su edad, para cuando Lucy cumplió dieciocho años ya no estaba presente en la vida de su hermana menor quien con trece años quedo a la merced de los juegos de sus primos menores. A pesar de que el malestar por la actitud de Lucy la afligía su adolescencia no estuvo llena de únicamente momentos tristes, sus primos le enseñaron a adorar aquellas costumbres de la ciudad que finalmente despertaron su interés, los próximos años los paso entre juegos de fútbol americano, reuniones con sus amigos de escuela y el estudio del vidrio y los grandes murales que llenaban de colores las iglesias y daban al sol una bienvenida feliz todo los días. Su padre comenzó a mostrar más interés por acercarse cuando Isabella tenía 15 años, la joven no puso contras al interés de su padre, ella quería estar presente en la fabricación del vidrio desde cerca, quería convertirse en una artista que pudiese moldear figuras fantásticas y brillantes, por ese motivo acepto que su padre la llevara de paseo a Nueva York de vez en cuando donde paso muchas horas en su fábrica, aprendió a calentar vidrio y darle formas, a tallarlo y pintarlo, su padre dio riendas sueltas y fueron los años más maravillosos de su vida. Entre aviones y viajes llego a la universidad de Boston donde estudio Artes modernas. Con 23 años tenía una carrera prometedora, por lo que se mudó a Nueva York donde con ayuda de su padre comenzaría a dibujar el nuevo destino como artista dejando a un lado cualquier sentimiento que le hiciera sentir culpable de nuevo. En La ciudad del pecado conoció a su mejor amigo quien más adelante se convertiría en el padre de sus dos hijas. Después de haber tenido en mente una colección formada por cuadros cuya pintura se vería mezclada con pedazos de vidrios de colores, se atrevió a realizarla y enviarla a Italia para que fuese publicada en una galería en crecimiento que celebró una gala para críticos exigentes. Sus cuadros fueron un éxito total. Uno de ellos se comenzó a exhibir en una famosa galería donde solo los grandes artistas exponen sus obras. Después de ese día Isabella fue reconocida por periódicos locales Como una gran artista en el arte del vidrio y se hizo famosa a nivel mundial. Sus cuadros ahora son valorados por grandes cantidades de dinero y tiene muchos pedidos de clientes exigentes y conocedores.
Artista Vidriera
Isabella Peyton
Un 18 de Octubre de 1990 nacería una rubia dispuesta a comerse el mundo. Elisabeth Angelica Maier se trataba de la hija de Michael Maier y Arabella Leisser. Ambos que se conocieron en Harvard, su padre dejó el mundo militar para acabar derecho allí mientras que su madre, proveniente además de Ámsterdam, intentaba sacar adelante la carrera de empresariales pagándose los estudios trabajando como camarera en el propio recinto universitario. Hay personas que no creen en el amo a primera vista, pero lo que ellos tuvieron fue prácticamente un flechazo. A los 25 se casarían y enseguida tendrían a su encantadora hija. Elisabeth era especial, su abuelo paterno lo sabía ya que tenía un magnetismo completamente distinto al de sus demás nietos. Criada en el propio territorio paterno, no era raro que la muchacha empezase a alimentarse del ambiente jurídico, a fin de cuentas los Maier eran famosos por eso. A medida que los años pasaban ella seguía interesándose por ese mundo, y además intentaba paliar cualquier grado de controversia experimentado en su círculo familiar. Sus padres no dejaban de pelearse, vivía un puro drama aquella rubia aniñada. A los 10, se divorciarían. Entre la poca comunicación que existía entre sus padres, y que a ella le mandaban de un lugar a otro para tenerla lejos de ese conflicto... Ella acababa hartándose. A Elisabeth le gustaba estar con sus primos y sus abuelos, pero evitaba en cualquier situación encontrarse con los otros dos. Los años no tardaron en pasar y a pesar de que en su vida emocional hubiese pasado un bache como el de Jakob Hoffman, sintió la necesidad de cortar raíces e ir a la misma Universidad que la de toda la familia Maier, a estudiar lo que le gustaba; El Derecho. Tenía pensado acabar aquella carrera y una vez así entrar en el bufete de su abuelo, no tardó demasiado en acabar y así hacerlo. Empezó a hacerse un nombre en el propio bufete, subiendo escalafón y a raíz de pelearse con unos y con otros llegó a dónde quería. Deseaba poder ser una digna sucesora de su abuelo y así hacerse con la empresa. Tenía todo en mente, pero por su vida se cruzaron un par de ''obstáculos'' que no podía dejar de lado. Se casó con el que creía ser el hombre de su vida, creyó estar embarazada de él y justo después de descubrir todas las mentiras que le había estado diciendo, se divorció y se encontró con que no era el padre de sus actuales retoñas. Al parecer este bombo sorpresa vino de regalo por un encuentro que tuvo con el que ha considerado -y sigue considerando- su mejor amigo, y actual pareja, Boris Dixon. Su vida sentimental parecía mejorar, y hasta la de sus padres que volvían a las andadas con encuentros sexuales muy de la época de los setenta. Pero su vida no se vio completa hasta que por fin, el mismo día de sus veintiséis cumpleaños su abuelo y su padre le regalasen la meta que siempre había ansiado; Ser la dueña del bufete. Madre de gemelas, dueña de cuatro perros, novia de lo más encantadora y ahora, jefa de su propio mundo. ¿Se podría pedir algo más?.
New York's Drama Queen
Elisabeth A. Maier
Normas básicas
Ξ Mínimo 10 líneas completas.

Ξ El +18 está permitido on-rol, se debe indicar en el post.

Ξ Recuerda que saludar a los demás en la CB es parte de una convivencia más agradable y llevadera.

Ξ Avatar: 220x400 / Firma: 500x250

Ξ La multicuenta está permitida, pero si el primer PJ es femenino, el segundo debe ser masculino, sin excepciones; lee el reglamento completo para mayor información.

Ξ Antes de realizar registros hay que tener aceptada la ficha.

Ξ Para tener color hay que tener la ficha aceptada, todos los registros hechos y el MP de la cuenta New York respondido.
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Mensaje por Invitado Mar Dic 13, 2016 6:26 pm
Había bajado todas las cosas del taxi ante la mirada curiosa de los transeúntes que pasaban por allí, sino había 10 bolsas no había ninguna. La que llevaba más a mano era la comida rápida que había comprado justo antes de dirigirse a casa y el olor que desprendía hacía que le rugiera el estómago. No sabía si tenía más ganas de llegar a casa para soltar todo ese peso o para empezar a devorar la comida como si no hubiera un mañana.

Se acercó hacia la entrada bamboleándose entre tantas bolsas, dándolas golpes a diestro y siniestro contra los obstáculos que no era capaz de esquivar a tiempo. Con un gran hartazgo sacó el móvil y escribió a Nathael, detallando que habría comida, a ver si ese reclamo hacía que bajara antes, aunque realmente sabía que las cosas que había comprado no le iban a gusta en absoluto. De todas maneras lo acabaría descubriendo poco tiempo después pues esperaba usarlas todas ese mismo día, no sin antes llenarse el estómago a buen gusto.


Evangeline
En línea ahora


Nath, necesito que bajes a ayudarme a subir unas compras a casa, te traigo una hamburguesa, baja rápido o me la como


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Dejó las bolsas apiñadas unas encima de otras y se sentó en un pequeño bordillito que había para esperar más a gusto. Una sonrisa ladina se le dibujó en la cara al imaginar a Nathael con cierta cosa puesta que llevaba comprada, al final se lo iba a pasar bien y todo.


Evangeline
En línea ahora


Mentira, si no vienes no me la como, se la doy a Monkey. Pff que bien huele y que jugosita está....


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Evangeline podía ser lo más persistente del mundo mundial cuando se lo proponía y más cuando se trataba de él, a la persona que más le gustaba molestar desde el cariño.
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Mensaje por Invitado Sáb Dic 17, 2016 12:05 pm
Había decidido quedarse en casa aquella mañana, una llamada al encargado de su local dándole las indicaciones oportunas para lidiar con aquellos proveedores que solían causarle dolores de cabeza había sido suficiente para librarse del marrón que le suponía tener que pasarse por allí. Le gustaba trabajar y no solía delegar en nadie su labor, pero tenía claro que si se desplazaba a Brooklyn, no volvería hasta la mañana siguiente y la verdad es que no le apetecía para nada pasarse una noche más dándo vueltas con una copa en la mano por el sitio, murmurando por la insatisfacción que le producía todo aquello.

Se encontraba en su habitación, tirado en aquella cama mientras disfrutaba de uno de esos documentales a los que estaba completamente enganchado. Disfrutaba de ello aunque no tenía pinta de ser un tío que se preocupaba demasiado por aprender un poco de todo, pero esa era la imagen que solía mostrar a su alrededor, quizás la realidad sobre el irlandés, les sorprendería bastante. Escuchó el ruido de su móvil sobre la mesilla de noche y se dispuso a leer el mensaje que le habían enviado. ¿Evie? No pudo evitar sonreír al leer el texto, pensando si putearla dejándola tirada con todas las bolsas o finalmente acudir a su rescate.

Se vistió rápidamente con una camiseta oscura y unos pantalones cortos que pilló de su organizado armario, era un poco maniático del orden. Una vez fuera de su habitación escuchó como de nuevo la vibración de su móvil le advertía de un nuevo mensaje, el cual miró mientras bajaba las escaleras, teniendo especial cuidado en no caerse por las mismas al ir tan distraído. Soltó una risotada tras ese ruego de su compañera de piso, llegando finalmente a su encuentro. ¿Dónde está mi hamburguesa? Reclamó son una sonrisa divertida mientras miraba de reojo todas aquellas bolsas, cosa que le hizo fruncir el ceño sorprendido. ¿Has comprado medio New York? Preguntó refiriéndose a la cantidad de bolsas. No me jodas que viene una guerra y has comprado provisiones para un año. Mierda, no me había enterado. Bromeó finalmente con ese tono irónico que le caracterizaba, mientras su sonrisa típica prepotente se dibujó de nuevo en su cara.


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Mensaje por Invitado Miér Dic 28, 2016 9:14 pm
Alzó en la mirada en el momento en el que el ruido de los pies al andar delataron a Nathael - ¡Ya era hora! - se levantó y se sacudió los jeans con ambas manos - Tu hamburguesa está en alguna de las bolsas pero no me digas qué te diga cuál que no lo sé, ahora lo miramos en casa - tomó unas cuantas bolsas, que aunque parecía que las había cogido al azar no había sido así, había escogido algunas de las bolsas cuyo contenido no quería que Nathael tuviera a la vista. Esbozó su sonrisa más traviesa y divertida se le quedó mirando a Nathael. Con un simple gesto de cabeza le indico que las que quedaban serían para él - Ummmm déjame pensar - alzó los ojos al cielo teatralicamente para luego volver a dirigir sus ojos claros a su mejor amigo - ya verás tú que guerra cuando empiece a sacar todo.

Tomó la delantera y se encaminó hacia su hogar. Abrió la puerta y dejó las bolsas en el salón - Nath, deja aquí las cosas que voy a por Monkey - con su brío característico subió las escaleras para llegar a su habitación en el segundo piso. Cada vez que estaba fuera dejaba a su perra en su habitación, se podría decir que era un poco introvertida y que estar rodeada de otros perros no era algo que le gustase especialmente. Teniendo en cuenta que por cada esquina que mirases de la casa había un perro, Evie dejaba a Monkey en su cuarto para que no hubiera ningún conflicto (o que se colase en algún lugar y devorase todos los zapatos y cables que encontrara a su paso), pues cuando ella estaba la tenía como a raya.

Nada más abrir la puerta su perra empezó a saltar como una poseída de la alegría de volver a verla. Evie decidió bajar y Monkey, como estaba claro, la siguió escaleras abajo - Venga vamos a buscar esas hamburguesa pero antes - se agachó a recoger una de las bolsas y empezó a revolver en su interior hasta que sacó algo rojo que ocultó con sus manos. Se acercó a Nathael y en un movimiento rápido le puso un gorro de Papa Noel - Ho Ho Ho ¡Feliz Navidad!
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Mensaje por Invitado Jue Dic 29, 2016 9:13 pm
Yo si no me das mi hamburguesa no te hago ni puto caso. Amenazó a su amiga mientras se acercó hasta las bolsas sin prestarle demasiada importancia al contenido, seguramente había comprado ropa o sales de baño de olor que él le robaría poco después por el simple hecho de putearla un poco. ¿Guerra? Preguntó con curiosidad. Le había dejado pillado ya que si había guerra en el grupo sólo le podía pasar por la cabeza dos cosas; comida o alcohol. Se inclinó un poco para finalmente coger todas las bolsas restantes que le había dejado la castaña, por suerte no pesaban tanto como para que el irlandés se quejase.

Caminó detrás de ella y entró a la casa, teniendo bastantes dificultades para cerrar la puerta así que optó por dale una suave patada. Joder. Acabas de llegar y no paras quieta, me estás poniendo nervioso. Replicó tras ver como la figura de la castaña desaparecía en cuestión de segundos por el pasillo. Dejó las bolsas en el suelo y se sentó en el sofá a esperarla. Había decidido no parar hasta que le confesase lo que había comprado
.
Entrecerró los ojos, no sabía por qué pero tenía la sensación de que su amiga le putearía con eso que escondía en sus manos. No se equivocó pues unos segundos después notó como le ponía una especie de gorro en su cabeza el cual logró distinguir perfectamente por su color rojo. ¡Te mato! Exclamó alzando la voz para acto seguido quitarse ese complemento que odiaba. Vaya mierda de regalo. Le recriminó con una sonrisa divertida, aunque por su careto en ese momento más bien parecía un crío enfurruñado. No me gusta la Navidad ni todo puto adorno de color rojo o brillante que me recuerde a ella. Confesó soltando una risita a pesar de que no le mentía en absoluto. No celebraba estas fechas desde hacía tantos años que ni siquiera lo recordaba. Sabía que esta iba a ser la primera en la que no las pasaría completamente sólo así que, le costaba bastante reaccionar o comportarse de una forma en la que no pareciese el puto grinch.

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